Una huelga de hambre realizada por más de 3000 estudiantes en Pekín se había convertido en una protesta de más de un millón de personas, quienes estaban pidiendo reforma a las injusticias de esta nación.
Por siete semanas el gobierno comunista dividido de esta república fue representado por un ejército el cual había sido enviado a terminar las marchas y protestas.
Precavidamente, esperaron los unos a los otros frente a frente durante varios días mientras el mundo observaba.
Súbitamente, un joven no se movió más, parándose con sus pobres maletas enfrente de una fila de tanques. En este momento un héroe había nacido.
Un segundo héroe apareció cuando el conductor del tanque decidió no aplastar al joven, y en vez condujo su máquina de muerte alrededor de este. Pronto este sueño terminaría, y la sangre llenaría la plaza de Tiananmén.
Pero gracias a esta imagen China pudo ver que hay esperanza.